dimarts, 23 de gener del 2024

ARTICLE de José Luis de Juan: Sombras de Güiraldes




'Un adolescent parteix de la seva Índia natal en un viatge iniciàtic...' 






L'article de José Luis de Juan, company de la Sanbô Zen Mallorca, fou publicat fa unes setmanes al suplement Babelia del diari El país. 

José Rivarola i Ramachandra Gowda
Amb ell, José Luis s'endinsa dins les profunditats literàries de 'Los recuerdos vivos' novel·la de José Rivarola que descriu com Ramachandra Gowda arriba a la Buenos Aires dels anys cinquanta com a fill adoptiu d'Adelina del Carril, "Mamita", l'esposa de l'escriptor Ricardo Güiraldes, autor del clàssic Don Segundo Sombra. 

Rivarola, el narrador, i Rama, l'hereu, indaguen sobre la fabulosa vida de Mamita, i en aquesta recerca troben i redescobreixen meravelles i misèries. 

Emprenen viatges d'un lloc a l'altre, entre Argentina, Índia, Espanya i França. I també viatges interns, mitjançant la meditació, la filosofia hindú i l'espiritualitat.

En aquest interessant article, literatura i vida s'entrecreuen. Facem-ne un tast.


SOMBRAS DE GÜIRALDES


Ricardo Güiraldes
La figura de Ricardo Güiraldes se ha ido desdibujando en las letras argentinas mientras que sus compañeros de la revista Proa, como Arlt y Borges, cobraban cada vez más relieve. El autor de Don Segundo Sombra murió joven y dejó una viuda, Adelina del Carril, que fue su musa y también de algunos otros escritores de su generación, hasta en los salones literarios de París dejó huella. 

Güiraldes escribió que gracias a ella “lentamente, me ha nacido un alma”. Siguiendo el embrujo de Ricardo por la India, Adelina (hermana de Delia, la primera mujer de Neruda) vivió diez años en Bangalore, donde era conocida por “Mamita”, y se trajo de vuelta a Argentina un niño, Rama. 

El autor de “Los recuerdos vivos”, José Rivarola (Buenos Aires, 1946) lo conoció en el santuario tamil de Sri Ramana, uno de los mayores místicos hindús. Oyéndolo hablar porteño, quedó prendado del aura que conservaba de su madre adoptiva, y así el caleidoscopio cultural de una historia familiar y literaria fue dando forma al libro. 

Durante años y de la mano algo errática de Rama, Rivarola persiguió el rastro de Adelina y de su sempiterna sombra, el difunto Güiraldes, dando cuerpo a una narración que despliega un palimpsesto de lugares y personajes: del sur de la India a Buenos Aires y de allí a la Pampa y la Patagonia, a Madrid, a París, y de vuelta a Ibiza, donde el autor vive. 

Uno de sus objetivos era redescubrir a un escritor profundamente ligado a su tierra y al gauchismo. Borges dijo que Don segundo sombra era la mejor novela escrita en Argentina. Pero además Güiraldes -que fue, como escribe Rivarola “guitarrista, domador de caballos, bailarín de tango, boxeador, trapecista, poeta y novelista”, sin olvidar su fama de atleta sexual- estuvo en sus últimos años absorbido por la filosofía hindú, persiguiendo una estela de iluminación que le permitiese alejarse de sus demonios privados, una estela que vemos en El sendero. 

Rivarola se identificó con esa faceta del escritor debido a su estrecha conexión con la India, sus gentes, mitos y dioses. Rama, el niño que no volvió a su país hasta décadas después, era el puente que le permitía cruzar, con “su intensidad de brujo”, dos tierras distantes, mientras la figura de Adelina crecía como musa y como madre arquetípica, que abrazaba a su niño indio prestado como una serpiente pitón.

Retrat d'Adelina del Carril

Este libro, el primero que publica Rivarola si bien parece claro que no es el primero que escribe, tiene fusta y calidad literaria, sobre todo por su lenguaje fresco, auténtico, que une el acento estanciero de los terratenientes con el porteño y el del gaucho (ese “eslabón entre lo salvaje y lo doméstico”). 

El autor describe paisajes de la pampa con una mirada limpia, nueva, haciéndonos sentir “el frío y las secretas montañas” de la Patagonia. Hay pasajes de honda resonancia. También destaca retratando a los personajes que, como nudos de la historia familiar de Güiraldes, van apareciendo: el Comodoro, Esmeralda, Gerardo, Cecilia Smyth. Pero el principal es Rama, el protegido de Adelina, un personaje dotado de esa suerte de ebriedad vital que hermana la idiosincrasia argentina con la india. 

El libro avanza a la par que el documental que el autor va haciendo con el Andrés Di Tella (Fotografías, 2007), y así seguimos los pasos de Rama, sus ambiciosos proyectos socio-culturales condenados al fracaso, su idolatría por la figura literaria y humana del que fue esposo de su Mamita, sus borracheras y disertaciones, su exuberante espiritualidad. 

José Rivarola

Al mismo tiempo, la simbiosis que se produce entre el narrador y Rama, el contagio de la “manía” güiraldiana, ofrece interesantes hallazgos a pesar de que a veces este interesante libro se alargue en exceso, perdiendo fuerza con sus apuntes costumbristas. 

Divagaciones y ensueños se mezclan con los desarraigos de la vida de Rivarola, que ve cómo el anhelo de vivir en una cabaña de las llanuras australes se va disolviendo como se disuelve en pleitos y disquisiciones familiares la figura del malogrado Güiraldes, si bien queda su original obra, que “Los recuerdos vivos” nos devuelve con toda su frescura y misterio.

José Luis de Juan



JOSÉ RIVAROLA
LOS RECUERDOS VIVOS
El Ateneo, Buenos Aires, 2023
539 págs





Salut, saviesa i gassho profund
🙏